INTRODUCCIÓN
En el presente libro hay un notable cambio de contenido respecto de los anteriores. Todo aparece centrado en el Sacramento de la Eucaristía. Todo consejo, toda advertencia, toda reflexión, tienden a ser una ayuda para la mejor adoración y recepción de este sacramento. Como el libro tercero, también está redactado en forma de diálogo entre Dios y el discípulo.
Repetidas veces el autor deja paso a la afectividad, y el diálogo íntimo con el Señor se hace más fácil que en los libros anteriores, sin llegar tampoco a ser un libro místico.
Pero hay, al mismo tiempo, una inseparable continuidad con los tres libros anteriores.
La dura tarea de desapegarse del mundo para apegarse a Dios, encuentra en la Eucaristía su punto culminante: es el Señor que viene al encuentro del creyente para unirlo a Él, rescatándolo de todo poder mundano.
Podemos afirmar que el creyente, gracias a la Eucaristía, puede llegar a comprender y experimentar mejor el sentido de la creación y del mundo. Dios regala el mundo al hombre para que lo construya en comunidad con los demás hombres. En esa creación que debe llenar y someter (cfr. Gén. 1, 28), la humanidad puede ir encontrando los rastros de Dios para unirse a Él como un hijo y un amigo. Dios quiere que la creación haga visible y transparente su presencia salvadora. Cuando el hombre sólo se queda con la tierra sin querer llegar a Dios, traiciona a esa misma tierra que fuera creada como medio para el encuentro con Dios.
En la Eucaristía, el pan y el vino dejan su sitio al Crucificado; los ojos ven pan y vino, la boca gusta pan y vino, pero el creyente encuentra a Cristo. Quien reconoce al Señor presente en la Eucaristía, más fácilmente reconocerá la misteriosa presencia de Dios en la creación; más fácilmente vivenciará el sentido profundo de este mundo creado como valioso camino hacia la gloria.
La desconfianza por los puros razonamientos intelectuales también reaparece.
"A ti se te pide fe y vida sencilla y no inteligencia elevada y conocimiento profundo de los misterios de Dios. Si no entiendes ni comprendes las cosas que están por debajo de ti, ¿cómo entenderás las que están arriba? (18, 2).
Sin embargo admite "una piadosa y humilde investigación de la verdad...
según las sanas opiniones de los Padres de la Iglesia" (18, 1).
En los primeros libros se proponía un camino para el encuentro con Cristo y con Dios. En la Eucaristía ese encuentro es ya un hecho dado, si bien aún se deberá seguir caminando hacia la plenitud del encuentro. El hombre interior y espiritual hará de la Eucaristía el alimento más adecuado para encontrar al objeto de sus desvelos: el mismo Cristo.
En la Eucaristía se tiene la experiencia del don gratuito. Es el Señor Jesucristo que, libremente entregado en la cruz, libre y gratuitamente se entrega como alimento al discípulo, preparándolo así a recibir el regalo pleno y definitivo de la Vida Eterna.
No se debe pretender encontrar en este libro una visión acabada de la Eucaristía. La pretensión del autor, sin embargo, se cumple. Ayuda al discípulo a una fructuosa celebración y recepción de este don supremo del amor divino. Grandeza del don y cristiana actitud del receptor son los dos polos en los que constantemente se fija la atención del autor.