viernes, 28 de noviembre de 2014

Noviembre 28

         3. Después de haber confesado y deplorado estas faltas, y todas las otras que hubiere, con dolor y gran pena por haber sido tan frágil, formula el firme propósito de enmendar tu vida y de progresar siempre en la virtud.
       Inmediatamente ofrécete a mí en el altar de tu corazón, con plena resignación y sin ninguna reserva, como sacrificio perpetuo, confiándome con toda lealtad, tu cuerpo y tu alma, para que de este modo te acerques dignamente a celebrar el santo sacrificio y recibir con fruto el sacramento de mi cuerpo.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Noviembre 27

          2. Llora y duélete amargamente por ser todavía tan carnal y mundano, tan poco mortificado frente a las pasiones y tan propenso a secundar los impulsos de las malas inclinaciones.
          Duélete de ser tan poco diligente en mortificar los sentidos exteriores y tan alocado en correr tras las vanas imaginaciones, tan fuertemente inclinado hacia las cosas materiales y tan negligente para las espirituales; tan fácil a la risa y a la disipación y tan duro para el llanto y la compunción; tan pronto para seguir la relajación y las comodidades materiales y tan perezoso para abrazar una vida austera y fervorosa.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Noviembre 26

CAPÍTULO 7

EXAMEN DE CONCIENCIA 
Y PROPÓSITO DE ENMIENDA

Palabra del amado

          1. Sobre todas las cosas es necesario que el sacerdote de Dios se prepare a celebrar, a tocar y a comer este sacramento con suma humildad de corazón, con respeto profundo, con fe completa y piadosa intención de honrar a Dios.

Noviembre 25

CAPÍTULO 6

INVOCACIÓN PARA PREPARARSE 
A LA COMUNIÓN

Palabra del discípulo

         1. Señor, cuando considero tu grandeza y la comparo con mi pequeñez, me lleno de terror y confusión. Porque si no me acerco a tu sacramento, huyo de la vida y si lo hago indignamente, caigo en pecado grave. ¿Qué haré, por lo tanto, Dios mío? Tú eres mi ayuda (Is. 50, 7) y consejero en mis necesidades, dime lo que debo hacer.
         2. Indícame tú el camino recto y enséñame algún ejercicio conveniente para la sagrada comunión. Porque es útil saber con qué devoción y respeto debo yo disponer mi corazón para recibir con provecho tu sacramento o para celebrar tan grande y divino sacrificio.

Noviembre 24

         3. El sacerdote, revestido con los ornamentos sagrados, representa a Cristo, para elevar a Dios súplicas reverentes y humildes, tanto para sí como para todo el pueblo.
         LLeva, sobre el pecho y sobre las espaldas, la señal de la cruz, para meditar continuamente la pasión de Cristo. Delante de sí, en la casulla, lleva la cruz para mirar atentamente cuáles son las huellas trazadas por Cristo y para seguirlas con fervor. La lleva en las espaldas para que aprenda a soportar con mansedumbre toda contrariedad que le causen los otros.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Noviembre 23

         Vela sobre ti mismo y considera de quién es el ministerio que te ha sido entregado con la imposisición de las manos por parte del obispo (cfr. 1 Tim. 4, 16. 14).
         Has sido hecho sacerdote y consagrado para celebrar. Cuida, por lo tanto, de ofrecer a Dios este sacrificio con fe, con devoción y en el tiempo conveniente. Esfuérzate en exhibir siempre una vida irreprensible.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Noviembre 22

CAPÍTULO 5

GRANDEZA DEL SACRAMENTO 
Y DIGNIDAD DEL SACERDOCIO

Palabra del amado

         1. Aunque tuvieras la pureza de los ángeles y la santidad de san Juan Bautista, no serías digno de recibir ni de tocar este sacramento. Porque no depende de los méritos humanos si el hombre consagra, tiene en sus manos el sacramento de Cristo y se alimenta con el pan de los ángeles.
         Grande es el cargo y grande la dignidad de los sacerdotes, a los cuales fue concedido un poder que les fue denegado a los ángeles. Ya que sólo los sacerdotes legítimamente ordenados en la Iglesia tienen la potestad de celebrar y consagrar el cuerpo de Jesucristo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Noviembre 21

        ¡Oh buen Jesús! ¡Oh Salvador santísimo! Todo lo que me falta, súplelo tú, con tu benignidad y misericordia; tú, que te has dignado llamarnos a todos, diciendo: Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os aliviaré (Mt. 11, 28).
        5. En verdad, yo trabajo y vivo con el sudor de mi frente, mi corazón es atormentado por sufrimientos interiores, los pecados me oprimen, las tentaciones me combaten y muchas pasiones perversas me persiguen y me aplastan, y no hay nadie que me socorra (Sal. 21, 12), no hay nadie que pueda liberarme y ampararme (Sal. 7, 3) sino sólo tú, mi Dios y salvador (Sal. 24, 5). A ti entrego mi persona y todo lo mío para que me lo guardes y conduzcas a la vida eterna.

Noviembre 20

         Todo esto tú lo haces generosamente con tus amigos, para que conozcan verdaderamente y experimenten palpablemente cuán débiles son en sí mismos, y cuánta bondad y gracia alcanzan de tu misericordia. Ya que ellos, por naturaleza, son fríos, duros y faltos de devoción y sólo por ti pueden transformarse en fervientes, blandos y devotos.
         ¿Quién, habiéndose acercado humildemente a la fuente misma de la dulzura, no ha sacado siquiera un poco de esa dulzura? ¿Quién, habiéndose arrimado a un gran fuego, no se ha calentado siquiera un poco? Y tú eres la fuente siempre llena y desbordante; eres el fuego siempre ardiente y que nunca se extinguirá.

Noviembre 19

         Tu quieres que yo te reciba y que me una a ti por amor. Por lo tanto suplico a tu clemencia e imploro el don de esta gracia especial, de ser cambiado y transformado en ti y rebosar de amor en forma tal de no buscar ningún consuelo exterior.
       Este sacramento, tan sublime y precioso, es salud del alma y del cuerpo y remedio contra toda enfermedad del espíritu. Por medio de él se curan mis vicios, se refrenan mis pasiones, las tentaciones se vencen o disminuyen, la gracia es aumentada, es fortalecida la virtud que se había empezado a practicar, la esperanza se vigoriza y la caridad se aviva y dilata.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Noviembre 18

CAPÍTULO 4

 MUCHOS BENEFICIOS SON CONCEDIDOS 
A LOS QUE COMULGAN DEVOTAMENTE

Palabra del discípulo

         1. Señor, Dios mío, con la dulzura de tus bendiciones (Sal. 20, 4), ven en ayuda de tu siervo, para que pueda acercarme digna y devotamente a tan excelso sacramento.
         Atrae mi corazón hacia ti y haz que sacuda mi pesado entorpecimiento. Visítame con fuerza salvadora (Sal. 105, 4) para que pueda gustar en espíritu tu dulzura que se oculta plenamente en este sacramento como en su fuente.
        Ilumina también mis ojos para poder contemplar tan elevado misterio y otórgame la fuerza para creerlo con fe segura.
         Todo esto es obra tuya y no del poder humano; es una institución sagrada tuya y no una invención de los hombres.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Noviembre 17

         4. ¡Qué maravillosa condescendencia hacia nosotros es la tuya, Señor Dios, creador y vivificador de todos los espíritus, porque te rebajaste a descender a una pobre alma saciando su hambre con toda tu divinidad y toda tu humanidad!
       Dichoso el espíritu, bienaventurada el alma que merece recibir con devoción al Señor su Dios, colmándose de tal manera de júbilo interior!

domingo, 16 de noviembre de 2014

Noviembre 16

         Para mí, pues, que con tanta frecuencia resbalo y caigo en pecados y tan pronto me entibio y desmayo, es verdaderamente necesario que me renueve, purifique e inflame con la frecuente oración, confesión y la sagrada recepción de tu cuerpo, no sea que, absteniéndome de comulgar por mucho tiempo, me aleje de mi santo propósito.
      3. En verdad, los impulsos del corazón del hombre tienden al mal desde su adolescencia (Gén. 8, 21), y si no lo socorre la medicina celestial, inmediatamente cae en males mayores. La sagrada comunión aparta del mal y confirma en el bien.

Noviembre 15

         Sin ti no puedo vivir y sin tu visita no puedo subsistir. Por lo tanto es necesario que me acerque frecuentemente a ti y te reciba como fuente de mi salvación para no desfallecer en el camino si me veo privado de este alimento celestial.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Noviembre 14

CAPÍTULO 3

UTILIDAD DE LA COMUNION FRECUENTE

         Palabra del discípulo

         1. Señor, me acerco a ti para disfrutar de tu sagrado don y para regocijarme en tu santo convite que, en tu bondad, oh Dios, has preparado para el pobre (Sal. 67, 11). Todo lo que puedo, y debo desear, se encuentra en ti; tú eres mi salvación y mi redención, mi esperanza y mi fortaleza, mi honor y mi gloria. Hoy, pues, alegra el alma de tu siervo, porque hacia ti, Señor Jesús, levanto mi alma (Sal. 85, 4).

jueves, 13 de noviembre de 2014

Noviembre 13

          Tú, Señor de todo el universo, que de nada necesitas y que has querido vivir entre nosotros (2 Mac. 14, 35) por medio de tu sacramento, conserva mi corazón y mi cuerpo libres de toda mancha para que yo, con alegre y pura conciencia, pueda celebrar continuamente tus misterios, y pueda recibir, para mi salvación eterna, lo que tú has establecido e instituido principalmente para tu glorificación y continuo recuerdo de tus beneficios.
           6. Alégrate, alma mía, y da gracias a Dios por haberte dejado en este valle de lágrimas un don tan magnífico y un consuelo tan singular. Porque todas las veces que meditas este misterio y recibes el cuerpo de Cristo, otras tantas cooperas a la obra de tu redención y te haces partícipe de todos los méritos de Cristo.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Noviembre 12

        3. Sí. Tú eres el santo de los santos, yo un basural de pecados. Tú te rebajas hasta mí, mientras yo no soy digno de mirarte siquiera. Tú llegas a mí, quieres estar conmigo y me convidas a tu mesa; quieres darme de comer el pan de los ángeles que no es otra cosa, por cierto, que tu misma persona, pan vivo bajado del cielo y que da la vida al mundo (cfr. Sal. 77, 25; Jn. 6, 33.51).
      4. Si se considera de donde parte este amor, ¡cuán grande aparece tu condecendencia y cuán profundas acciones de gracias y alabanzas se te deben por estos misterios!

Noviembre 11

         Dulcísimo y bondadosísimo Jesús, ¡cuánta veneración, cuánta gratitud y alabanza incesante se te deben tributar por la recepción de tu cuerpo sacrosanto, cuya dignidad no es capaz de expresar ninguna lengua humana!
      ¿Qué pensamientos deberé tener al acercarme a mi Señor en esta comunión, al Señor que no alcanzo a venerar en la medida debida y que, sin embargo, deseo recibir con sentimiento de devoción?

lunes, 10 de noviembre de 2014

Noviembre 10

CAPÍTULO 2

EN EL SACRAMENTO SE MANIFIESTAN 
AL HOMBRE LA GRAN BONDAD 
Y EL AMOR DE DIOS

Palabra del discípulo

         1. Señor, confiando en tu bondad y en tu gran misericordia, yo, enfermo, me aproximo a tí, mi Salvador; me acerco como un hambriento y un sediento a la fuente de la vida, como un pobre al rey del cielo, como un siervo a su señor, como una criatura a su Creador, como un aflijido a mi piadoso consolador.
         Mas, ¿por cuál motivo se da que tú vengas a mí? (cfr.Lc. 1, 43). ¿Quién soy yo para que tú te entregues a mí? ¿Cómo se atreve un pecador a aparecer ante ti? Y tú, ¿por qué te dignas acercarte a un pecador?

domingo, 9 de noviembre de 2014

Noviembre 9

         13. Si este sacramento santísimo fuera celebrado solamente en un determinado lugar y por un solo sacerdote en todo el mundo, piensa que gran deseo tendría toda la gente en acudir a aquel lugar y a aquel sacerdote, para verlo celebrar los divinos misterios.
         Pero hoy, son muchos los sacerdotes y Cristo es inmolado en muchos lugares, para que, cuanto más se halla difundida en el mundo la sagrada comunión, tanto mayores aparezcan la gracia y el amor de Dios hacia la humanidad.

Noviembre 8

          A veces es tan abundante esta gracia que por efecto de la plenitud de la piedad que se efunde, no sólo el espíritu, sino también el débil cuerpo siente que le fueron otorgadas fuerzas mayores.
      12. Por encima de todo debemos deplorar y llorar nuestra tibieza y nuestra negligencia porque nos impiden que nos acerquemos con mayor devoción a recibir a Cristo, en quien reside toda la esperanza y todo el mérito de la salvación.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Noviembre 7

         10. ¡Oh, Dios invisible creador del mundo, qué admirable es lo que haces con nosotros! ¡Cuán suave y misericordioso es lo que concedes a tus elegidos, a los cuales te entregas a ti mismo como alimento en el sacramento! Sacramento que trasciende toda inteligencia y que atrae, de modo particular, los corazones de los devotos e inflama su amor.
      Porque los que verdaderamente te siguen con fidelidad, y enderezan toda su vida hacia la perfección espiritual, frecuentemente reciben de este excelso sacramento una mayor gracia de espíritu de piedad y un mayor amor hacia la virtud.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Noviembre 6

        9. Muchos corren hasta lugares lejanos para visitar las reliquias de los santos y quedan maravillados al oír los hechos prodigiosos cumplidos por ellos; quedan asombrados al mirar los majestuosos edificios de sus templos y besan los sagrados huesos envueltos en sedas tejidas de oro. Tú, en vez, estás aquí, sobre el Altar, frente a mí, Dios mío, Santo de los santos, creador de los hombres y señor de los ángeles.

Noviembre 5

         7. ¿ Por qué, pues, no me inflamo más en tu presencia adorable? ¿Por qué no me preparo con mayor cuidado a nutrirme de tu santidad cuando considero que aquellos santos del Antiguo Testamento -patriarcas y profetas, reyes y príncipes, en unión de todo el pueblo- demostraron tan gran devoción y celo por el culto divino?
         8. El piadosísimo rey David bailó con toda su fuerza delante del arca de Dios, mientras rememoraba los beneficios hechos por Dios a los patriarcas en tiempos pasados. Hizo construir instrumentos musicales de varias clases, compuso salmos y dispuso que se cantaran con alegría y aun él mismo los cantaba frecuentemente, acompañándose del arpa, inspirado por la gracia del Espíritu Santo; enseñó además al pueblo de Israel a ensalzar al Señor con todo el corazón y a juntar sus voces para bendecir y celebrar el nombre de Dios todos los días.

martes, 4 de noviembre de 2014

Noviembre 4

          5. ¡Oh, Dios mío! ¡Cuánto se esforzaron ellos para agradarte! ¡Cuán poco es, por otra parte, lo que hago yo! ¡Cómo es breve el tiempo que empleo para prepararme a comulgar! Rara vez estoy totalmente recogido y rarísima libre de toda distracción.
          En presencia de tu salvadora divinidad no debería, ciertamente, ocurrírseme ningún pensamiento que no fuera digno de ti y no debería dejarme dominar por criatura alguna, porque no es un ángel a quien voy a recibir en mi casa, sino al Señor de los ángeles.

Noviembre 3

          4. Noé, hombre santo, trabajó cien años en la construcción del arca para salvarse él con algunas personas; y ¿cómo podré yo, en una hora, prepararme a recibir dignamente al artífice del mundo?
        Moisés, gran siervo tuyo y tu amigo especial, hizo un arca de madera incorruptible y la revistió de oro purísimo, para depositar en ella las tablas de la ley; y yo, criatura corrompida, ¿cómo osaré recibir con tanta felicidad el autor de la ley y al dador de la vida?

Noviembre 2

         2. Tú me ordenas acercarme a ti con toda confianza si quiero ser de tu compañía y me mandas recibir el alimento de la inmortalidad si quiero alcanzar la vida eterna y la gloria. Venid a mí todos -afirmas- los que estáis cansados y oprimidos y yo os aliviaré (Mt. 11, 28).
      Dulce al oído del pecador es esta palabra, y llena de intimidad. Con ella, Señor y Dios mío, invitas al pobre y al necesitado a recibir la comunión de tu Cuerpo Santísimo.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Noviembre 1

CAPÍTULO 1

CON CUANTA DEVOCIÓN 
SE DEBE RECIBIR A CRISTO

         Palabra del discípulo

        Estas son tus palabras, ¡oh Cristo, verdad eterna!, aunque no hayan sido pronunciadas todas en el mismo tiempo ni escritas en un solo lugar. Pero como son tuyas y son verdaderas, yo las debo recibir todas con gratitud y con fe.
       Tuyas son porque tú las pronunciaste, pero son también mías porque tú las dijiste por mi salvación. Con alegría yo las recibo de tus labios para que  penetren muy profundamente en mi corazón.

Exhortación para recibir la Sagrada Comunión

          Palabra de Cristo.

        Dice el Señor : Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os aliviaré (Mt. 11, 28).
        El pan que yo daré, en mi misma carne para la vida del mundo (Jn. 6, 52)
        Tomad y comed: éste es mi cuerpo que será entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía (Mt. 26, 26;  1 Cor. 11, 24).
        El que come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en él (Jn. 6, 57).
        Las palabras que os he dicho son espíritu y vida (Jn. 6, 64).


      
        

Libro Cuarto. Del Santísimo Sacramento del altar

INTRODUCCIÓN

         En el presente libro hay un notable cambio de contenido respecto de los anteriores. Todo aparece centrado en el Sacramento de la Eucaristía. Todo consejo, toda advertencia, toda reflexión, tienden a ser una ayuda para la mejor adoración y recepción de este sacramento. Como el libro tercero, también está redactado en forma de diálogo entre Dios y el discípulo.
      Repetidas veces el autor deja paso a la afectividad, y el diálogo íntimo con el Señor se hace más fácil que en los libros anteriores, sin llegar tampoco a ser un libro místico.
      Pero hay, al mismo tiempo, una inseparable continuidad con los tres libros anteriores.
      La dura tarea de desapegarse del mundo para apegarse a Dios, encuentra en la Eucaristía su punto culminante: es el Señor que viene al encuentro del creyente para unirlo a Él, rescatándolo de todo poder mundano.
      Podemos afirmar que el creyente, gracias a la Eucaristía, puede llegar a  comprender y experimentar mejor el sentido de la creación y del mundo. Dios regala el mundo al hombre para que lo construya en comunidad con los demás hombres. En esa creación que debe llenar y someter (cfr. Gén. 1, 28), la humanidad puede ir encontrando los rastros de Dios para unirse a Él como un hijo y un amigo. Dios quiere que la creación haga visible y transparente su presencia salvadora. Cuando el hombre sólo se queda con la tierra sin querer llegar a Dios, traiciona a esa misma tierra que fuera creada como medio para el encuentro con Dios.
      En la Eucaristía, el pan y el vino dejan su sitio al Crucificado; los ojos ven pan y vino, la boca gusta pan y vino, pero el creyente encuentra a Cristo. Quien reconoce al Señor presente en la Eucaristía, más fácilmente reconocerá la misteriosa presencia de Dios en la creación; más fácilmente vivenciará el sentido profundo de este mundo creado como valioso camino hacia la gloria.
      La desconfianza por los puros razonamientos intelectuales también reaparece.
              "A ti se te pide fe y vida sencilla y no inteligencia elevada y conocimiento profundo de los misterios de Dios. Si no entiendes ni comprendes las cosas que están por debajo de ti, ¿cómo entenderás las que están arriba? (18, 2).
       Sin embargo admite "una piadosa y humilde investigación de la verdad...
según las sanas opiniones de los Padres de la Iglesia" (18, 1).
       En los primeros libros se proponía un camino para el encuentro con Cristo y con Dios. En la Eucaristía ese encuentro es ya un hecho dado, si bien aún se deberá seguir caminando hacia la plenitud del encuentro. El hombre interior y espiritual hará de la Eucaristía el alimento más adecuado para encontrar al objeto de sus desvelos: el mismo Cristo.
        En la Eucaristía se tiene la experiencia del don gratuito. Es el Señor Jesucristo que, libremente entregado en la cruz, libre y gratuitamente se entrega como alimento al discípulo, preparándolo así a recibir el regalo pleno y definitivo de la Vida Eterna.
        No se debe pretender encontrar en este libro una visión acabada de la Eucaristía. La pretensión del autor, sin embargo, se cumple. Ayuda al discípulo a una fructuosa celebración y recepción de este don supremo del amor divino. Grandeza del don y cristiana actitud del receptor son los dos polos en los que constantemente se fija la atención del autor.