martes, 10 de junio de 2014

Junio 11

        2. Pero, ¿qué hay de exagerado que tú, polvo y nada, te sujetes a un hombre, por amor a Dios, cuando yo, Todopoderoso y Altísimo, que creé todas las cosas de la nada, humildemente me sometí al hombre por tí? Me hice el más insignificante y el más pequeño de todos para que tú, con mi anonadamiento, vencieras tu soberbia.
      Polvo, aprende a obedecer. Tierra y barro, aprende a humillarte y a ponerte bajo los pies de todos. Aprende a quebrantar tus inclinaciones y a someterte en toda circunstancia.
      3. Enójate contra ti y no permitas que resida en ti ninguna hinchazón de orgullo; hazte tan pequeño y sumiso que todos puedan caminar por encima de ti, pisándote como el lodo de las calles.
     Hombre miserable, ¿de qué te quejas? Tú, pecador inmundo, que tantas veces ofendiste a tu Señor y que otras tantas mereciste el infierno, cómo osarás oponerte a los que te injurian?
     Ante mi mirada apareció lo valiosa que es tu alma y mis ojos tuvieron compasión de ti. Lo hice para que conocieras mi amor y fueras siempre agradecido a mis beneficios, para que te entregaras continuamente a la obediencia y a la verdadera humildad y sufrieras con paciencia el menosprecio de tu persona.

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