CAPÍTULO 17
TODA PREOCUPACIÓN DEBE DIRIGIRSE A DIOS
1. Hijo, déjame hacer contigo lo que quiero; yo sé lo que más te conviene. Tú piensas como hombre y, en muchas cosas, adhieres a los sentimientos puramente humanos.
Señor, es verdad cuanto dices. El cuidado que tú tienes por mí supera en mucho al que yo pueda tener por mí. El que no pone toda su preocupación en ti, está muy expuesto al peligro de caer.
Señor, haz de mí lo que quieras, con tal que mi voluntad esté firmemente dirigida a ti y establecida en ti. Sólo puede ser bueno lo que tú hagas de mi.
2. Si me quieres ver sumido en tinieblas, bendito seas, y si quieres verme inundado de luz, también seas bendito. Si te dignas consolarme, loado seas; y si me deseas en las tribulaciones, igualmente loado seas por siempre.
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