domingo, 16 de noviembre de 2014

Noviembre 15

         Sin ti no puedo vivir y sin tu visita no puedo subsistir. Por lo tanto es necesario que me acerque frecuentemente a ti y te reciba como fuente de mi salvación para no desfallecer en el camino si me veo privado de este alimento celestial.

         Tú mismo oh Jesús muy misericordioso, predicando a las multitudes y curándolas de varios males, dijiste: No quiero despedirlas en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino (Mt. 15, 32). Por lo tanto, haz ahora conmigo la misma cosa ya que, para consuelo de los fieles, te ocultaste en el santo sacramento.
         Tú eres el suave alimento del alma y quien te come dignamente será partícipe y heredero de la gloria eterna.

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