lunes, 20 de octubre de 2014

Octubre 19

           2. Aléjalas como mejor puedas del corazón y si llegan a golpearte no te desalientes ni te dejes abatir por largo tiempo. Aguántalas por lo menos con paciencia, si no lo puedes hacer con alegría.
        Aunque oigas contra ti y te sientas irritado, modérate y no dejes salir de tus labios ninguna palabra inconveniente que pueda escandalizar a los simples. Pronto la excitación que se había desatado en tu corazón se aplacará y el sufrimiento interior se dulcificará con el retorno de la gracia.

        ¡Aún vivo -dice el Señor- ! (Is. 49, 18), y estoy dispuesto para ayudarte y consolarte más de lo acostumbrado si confías en mí y me invocas con fervor.
        3. Ten buen ánimo (Bar. 4, 30) y prepárate para soportar cosas mayores. No creas que todo sea inútil si te ves muchas veces atribulado y gravemente tentado.


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