lunes, 6 de octubre de 2014

Octubre 6

        9. La naturaleza mira  a las cosas temporales, se alegra de las ganancias terrenales,  se entristece por cualquier perjuicio material y se irrita por toda palabra injuriosa, pero la gracia considera lo eterno, no adhiere a lo pasajero, ni se turba si lo pierde, ni se amarga si oye palabras ofensivas, porque su tesoro y su gozo los ha puesto en el cielo, donde nada se pierde.

       10. La naturaleza es codiciosa; le gusta más recibir que dar; además de las propias, ama las cosas ajenas. La gracia, por el contrario, es compasiva y abierta, evita la particularidad y se contenta con poco porque juzga que hay más felicidad en dar que en recibir (He. 20, 35).
     11. La naturaleza tiene inclinación a las criaturas, a la propia persona, a las vanidades y a las conversaciones, mientras que la gracia tiende hacia Dios y las virtudes, renuncia a la criatura, huye del mundo, abomina los deseos carnales, no va de un lado a otro perdiendo el tiempo y se avergüenza de aparecer en público.

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