2. Gustosos buscamos algo que nos consuele y con dificultad el hombre se despoja de sí mismo. El mártir san Lorenzo se desprendió del mundo y hasta de su obispo, porque despreció todo lo que en el mundo parece delicioso y, por amor a Cristo, dócilmente consintió en ser separado de Sixto, sumo sacerdote, a quien mucho amaba. De modo que con el amor del Creador venció el amor del hombre y prefirió el beneplácito divino a un consuelo humano.
Tú también aprende a dejar algún amigo íntimo y querido, por amor de Dios, y no te duela mucho si alguna amistad te abandona, sabiendo que, al fin, es necesario que nos separemos todos unos de los otros.
3. Por mucho y largo tiempo el hombre debe luchar consigo mismo antes que aprenda a vencerse completamente y dirigir a Dios todos sus sentimientos.
Cuando el hombre confía en sí mismo, fácilmente busca los gozos humanos. Pero el que ama verdaderamente a Cristo y desea imitar sus virtudes, no se rebaja para adquirir consuelos y encontrar dulzuras sensibles. Prefiere, por Cristo, los ejercicios fuertes y los trabajos penosos.
Tú también aprende a dejar algún amigo íntimo y querido, por amor de Dios, y no te duela mucho si alguna amistad te abandona, sabiendo que, al fin, es necesario que nos separemos todos unos de los otros.
3. Por mucho y largo tiempo el hombre debe luchar consigo mismo antes que aprenda a vencerse completamente y dirigir a Dios todos sus sentimientos.
Cuando el hombre confía en sí mismo, fácilmente busca los gozos humanos. Pero el que ama verdaderamente a Cristo y desea imitar sus virtudes, no se rebaja para adquirir consuelos y encontrar dulzuras sensibles. Prefiere, por Cristo, los ejercicios fuertes y los trabajos penosos.
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