martes, 29 de abril de 2014

Abril 30

       14. Ten por cierto que tu vida ha de ser una muerte continua y que cuanto más uno muere a sí mismo, tanto más vivirá para Dios. Nadie es apto para comprender las cosas celestiales si no acepta padecer adversidades por Cristo.
       Nada hay en el mundo más agradable a Dios ni más saludable para ti que sufrir voluntariamente por Cristo. Y si te dieran a escoger, deberías preferir los padecimientos de Cristo que gozar de muchos consuelos, porque así serías más semejante a él y más conforme a todos los santos.
       Nuestro mérito y la perfección de nuestro estado no consiste en las muchas dulzuras y en las alegrías, sino en las grandes penas y en las tribulaciones que se hayan soportado.

       15. Si existiera un medio más útil y más provechoso para salvar a los hombres que el padecimiento, Cristo, ciertamente, lo habría enseñado con su doctrina y con su ejemplo.
       Pero, al contrario, a los discípulos que le seguían y a todos los que quieran acompañarle, los exhorta con toda franqueza a llevar la cruz y les dice: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz... y sígame (Lc. 9, 23).
       Después de haber leído y considerado atentamente todo lo anterior, la conclusión final es la siguiente: Tenemos que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios (He. 14, 22).

No hay comentarios:

Publicar un comentario