2. Los que aman a Jesús por el mismo Jesús y no por algún consuelo que de él reciben, lo bendicen tanto en la adversidad y en la angustia del corazón como en las más elevadas de las alegrías. Y aunque él nunca les quiera otorgar consuelo, siempre lo alaban y le dan gracias.
3. ¡Oh! ¡Cuánto puede el amor hacia Jesús cuando es puro y exento de todo egoísmo y provecho personal!
¿No se debería llamar mercenarios a todos los que siempre buscan consuelos? ¿No demuestran más amor a sí mismos que a Cristo lo que calculan siempre sus comodidades y ventajas?
3. ¡Oh! ¡Cuánto puede el amor hacia Jesús cuando es puro y exento de todo egoísmo y provecho personal!
¿No se debería llamar mercenarios a todos los que siempre buscan consuelos? ¿No demuestran más amor a sí mismos que a Cristo lo que calculan siempre sus comodidades y ventajas?
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