jueves, 17 de abril de 2014

Abril 16

CAPÍTULO 10

 AGRADECER LA GRACIA DE DIOS

       1. ¿Por qué buscas el descanso si has nacido para el trabajo? Prepárate más para padecer que para ser consolado y para llevar la cruz más que para tener alegría.
       ¿Qué hombre en el mundo no recibiría de buena gana el consuelo y el gozo espirituales si siempre los pudiera conservar? Las alegrías espirituales superan a todos los placeres del mundo y a los deleites carnales.
       Todas las delicias mundanas son torpes o son vanas, pero las satisfacciones espirituales son las únicas alegres y honestas y, como corolario de las virtudes, son infundidas por Dios en los corazones puros. Nadie puede usar continuamente y como quiera estos consuelos divinos, porque la tentación no tarda mucho en volver al ataque.
      2. La falsa libertad del alma y la excesiva confianza en sí son muy contrarias a las visitas celestiales. Dios nos hace un gran favor al entregarnos la gracia de los consuelos pero el hombre hace mal al no atribuirlo todo con gratitud a Dios.
       Por eso no abundan en nosotros los dones de la gracia, porque no los agradecemos a su dueño ni los atribuimos todos a él como causa principal.
              Se dan más gracias al que reconoce haberlas recibido y se dan al humilde las que se quitan al soberbio.




No hay comentarios:

Publicar un comentario