7. Nunca he encontrado una persona tan religiosa y devota que no haya experimentado de vez en cuando el ocultamiento de la gracia o un enfriamiento en su fervor. Ni hubo santo tan elevado e iluminado que, antes o después, no haya sentido la tentación.
No es digno de la alta contemplación de Dios el que, no haya sido probado por Dios en alguna tribulación. Porque la tentación presente es señal de un gozo siguiente.
A los probados por la tentación se les promete el consuelo celestial. En el libro del Apocalipsis se afirma: Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida (Ap. 2, 7).
8. El divino consuelo se da también para que el hombre pueda enfrentar a las adversidades y sigue más tarde la tentación para que no se ensoberbezca por el bien cumplido.
El demonio no duerme, ni ha muerto aún la carne. No ceses, por lo tanto, de prepararte al combate. A derecha y a izquierda hay enemigos que no descansan nunca.
No es digno de la alta contemplación de Dios el que, no haya sido probado por Dios en alguna tribulación. Porque la tentación presente es señal de un gozo siguiente.
A los probados por la tentación se les promete el consuelo celestial. En el libro del Apocalipsis se afirma: Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida (Ap. 2, 7).
8. El divino consuelo se da también para que el hombre pueda enfrentar a las adversidades y sigue más tarde la tentación para que no se ensoberbezca por el bien cumplido.
El demonio no duerme, ni ha muerto aún la carne. No ceses, por lo tanto, de prepararte al combate. A derecha y a izquierda hay enemigos que no descansan nunca.
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