10. Como siervo bueno y fiel de Cristo, prepárate para llevar con
valor la cruz de tu Señor, que se ha hecho crucificar por tu amor. Prepárate
para sufrir muchas adversidades y múltiples incomodidades en esta miserable
vida porque así Jesús estará contigo dondequiera tú estés, y en cualquier lugar
a donde te refugies, allí lo encontrarás con toda seguridad.
Así conviene que sea y no hay otro
remedio para evitar la tribulación y el dolor que llevarlos con paciencia. Bebe
amorosamente el cáliz del Señor si quieres ser su amigo y tener parte con él.
Confía a Dios las alegrías para que con
ellas haga él lo que más le agrade. Y tú prepárate a sobrellevar las
tribulaciones y considéralas como alivios sublimes, porque, aunque todas las
soportaras tú solo, los padecimientos del tiempo presente no se pueden comparar
con la gloria futura que nos merecen (Rom. 8, 18).
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