martes, 20 de mayo de 2014

Mayo 20

          Cuando no abrigas hacia mí o hacia mis santos tan elevados sentimientos como tú quisieras, no lo consideres todo perdido.
       Ese tierno y dulce afecto que de vez en cuando experimentas, es obra de la presencia de la gracia, y es un anticipo de la patria celestial. Sobre lo cual, no debes confiar demasiado porque va y viene.
       Sólo la lucha contra las inclinaciones desordenadas del alma y el menosprecio de las sugerencias del demonio constituyen una señal de virtud y de gran mérito.
       3. No te turben, por lo tanto, las imaginaciones raras que te sugieren cosas aún más raras. Mantén firme el propósito y la intención recta hacia Dios.
       No juzgues ser víctima de alucinación cuando te sientas como transportado en éxtasis para después volver nuevamente a las pequeñeces acostumbradas del corazón. Porque éstas las sufres sin que tu voluntad las cause y mientras  te den pena y las resistas te aumentarán el mérito y no la condena.
       

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