CAPÍTULO 5
EFECTOS MARAVILLOSOS DEL AMOR DIVINO
1. Te bendigo, Padre celestial, Padre de mi Señor Jesucristo, porque te has dignado acordarte de mí, pobre miserable.
¡Oh Padre de las misericordias y Dios de toda consolación! (2 Cor. 1, 3), gracias porque me llenas a veces de alegría a mí, indigno de todo consuelo. Te glorifico y siempre te bendigo por los siglos de los siglos en unión con el Hijo, tu Unigénito, y el Espíritu Santo Paráclito.
¡Señor, Dios mío y santo amigo mío! Cuando vengas ami corazón se alegrarán todas mis entrañas. Tú eres mi gloria y la alegría de mi corazón. Tú eres mi esperanza y el refugio en el día de mi tribulación (Sal. 3, 4; 118, 1111; 58, 17).
2. Como todavía soy débil en el amor e imperfecto en la virtud, necesito que me fortalezcas y ayudes. Por eso, visítame con más frecuencia, Señor, y enséñame tus caminos de santidad. Líbrame de mis malas pasiones y purifica mi corazón de toda aflicción desordenada, para que, sano y robustecido en el corazón, sea apto para amarte, valiente para sufrir y constante para perseverar.
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