domingo, 10 de agosto de 2014

Agosto 11

CAPÍTULO 36

CONTRA LOS VANOS JUICIOS DE LOS HOMBRES

        1. Hijo, pon firmemente tu corazón en el Señor y, si la conciencia te dice que eres honesto y sin culpa, no temas los juicios de los hombres. Es cosa buena y santa soportar el juicio humano y ciertamente no le resulta pesado para el humilde de corazón y el que confía más en Dios que en sí mismo.
        Hay muchos que hablan demasiado y por eso se les debe dar poco crédito. Por lo demás, es imposible contentar a todos. Aunque Pablo procuró satisfacer a todos en el Señor y se hizo todo para todos (1 Cor. 9,22), sin embargo consideró como cosa de nada el ser juzgado por tribunal humano (1 Cor. 4, 3).
        2. Mucho trabajó, con todo su ser y con todas sus fuerzas, para la edificación y salvación del prójimo, pero no pudo evitar que algunas veces fuera juzgado y hasta despreciado. Por eso, todo lo puso en las manos del Señor, que todo lo conoce. Con paciencia y humildad se defendió de las malas lenguas y de los que fabrican necedades y mentiras y las dicen según les sugiere el antojo. De toda manera, algunas veces refutó cuanto le decían, para no escandalizar con sus silencio a los débiles.

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