CAPÍTULO 45
NO SE DEBE CREER A TODOS:
LAS PALABRAS ENGAÑAN FÁCILMENTE
1. Señor, dame tu ayuda en la tribulación, porque es vano el socorro del hombre (Sal. 59, 13). Cuántas veces no encontré fidelidad donde más pensé que debía estar y cuántas veces la hallé donde menos lo esperaba. Por eso es ilusoria la esperanza puesta en los hombres, mientras que en ti, mi Dios, está la salvación de los justos.
Bendito seas, Señor y Dios mío, en todas las cosas que nos suceden. Somo débiles e inconstantes; fácilmente nos engañamos y cambiamos de parecer.
2. ¿Qué hombre hay que sea tan cauto y tan cuidadoso en todo, que sepa controlar siempre a sí mismo de manera que nunca caiga en algún engaño o incertidumbre? El que en ti confía, Señor, y te busca con pureza de intención, no caerá con tanta facilidad. Y si le sobreviene alguna tribulación, de cualquier manera que esté en ella envuelto, pronto lo liberarás, o será consolado por ti, porque tú no abandonas a quien espera en ti.
Es cosa rara un amigo constante y que lo sea en todas las angustias del amigo. Pero tú, Señor, tú solo eres plenamente fiel y fuera de ti no hay otro semejante.
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