jueves, 21 de agosto de 2014

Agosto 21

        Sea alabado tu nombre, y no el mío, ensalzadas tus obras, y no las mías; sea bendito tu santo nombre y que no se me atribuya a mí ninguna alabanza por parte de los hombres.
     Tú eres mi gloria y el júbilo de mi corazón. En ti me enalteceré y me alegraré todos los días, pero de mí no me gloriaré sino ante mis flaquezas (2 Cor. 12, 5).
     6. Buscaban los judíos la gloria que se daban recíprocamente; yo me preocuparé sólo de aquella que proviene de Dios. Porque todo renombre humano, todo honor temporal, toda grandeza humana, comparados con tu gloria eterna, son vanidad y locura.
     ¡Oh Dios mío, verdad y misericordia mía, Trinidad bienaventurada, a ti sola pertenecen la alabanza, el honor, la virtud y la gloria por los siglos de los siglos!

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