CAPÍTULO 37
LA LIBERTAD DE ESPÍRITU SE ALCANZA
CON LA TOTAL Y ABSOLUTA RENUNCIA DE SÍ MISMO
1. Hijo, abandona a tu persona y me encontrarás a mí. Vive libre de preferencias y desprendido de todo y ganarás siempre, porque se te dará una gracia más abundante apenas hayas renunciado a ti mismo para no volverte a encontrar.
2. ¿Señor, cuántas veces debo abnegarme y en qué cosas renunciar a mí mismo?
3. Siempre y en toda circunstancia, tanto en lo poco como en lo mucho. Nada exceptúo y en todo te quiero encontrar desprendido. De otra manera, ¿cómo podrías ser mío, y yo tuyo, si no estuvieras despojado, tanto en lo interior como en lo exterior, de toda voluntad propia? Cuánto más pronto lo hagas, tanto mejor te irá, y cuanto más completa y sincera sea tu abnegación, tanto más me agradarás y aumentarás tus méritos.
4. Algunos renuncian a sí mismos, pero con alguna excepción. Como no confían totalmente en Dios, se preocupan con frecuencia de sus cosas. Otros, al principio, lo ofrecen todo, pero, más tarde, golpeados por la tentación, vuelven a lo que era propio y por eso no progresan en la virtud.
Todos estos nunca llegarán a la verdadera libertad del corazón puro, ni adquirirán la gracia de mi suave intimidad si antes no aceptan una total y diaria abnegación de su persona, sin la cual no hay ni puede haber una gozosa unión conmigo.
3. Siempre y en toda circunstancia, tanto en lo poco como en lo mucho. Nada exceptúo y en todo te quiero encontrar desprendido. De otra manera, ¿cómo podrías ser mío, y yo tuyo, si no estuvieras despojado, tanto en lo interior como en lo exterior, de toda voluntad propia? Cuánto más pronto lo hagas, tanto mejor te irá, y cuanto más completa y sincera sea tu abnegación, tanto más me agradarás y aumentarás tus méritos.
4. Algunos renuncian a sí mismos, pero con alguna excepción. Como no confían totalmente en Dios, se preocupan con frecuencia de sus cosas. Otros, al principio, lo ofrecen todo, pero, más tarde, golpeados por la tentación, vuelven a lo que era propio y por eso no progresan en la virtud.
Todos estos nunca llegarán a la verdadera libertad del corazón puro, ni adquirirán la gracia de mi suave intimidad si antes no aceptan una total y diaria abnegación de su persona, sin la cual no hay ni puede haber una gozosa unión conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario