Si amo el cielo, gustosamente pensaré en cosas celestiales. Si aprecio el mundo me alegraré con las prosperidades mundanas y me entristeceré de las contrariedades.
Si amo la carne, mi imaginación se ocupará de argumentos carnales, y si prefiero el espíritu, me deleitaré en asuntos espirituales.
Cualesquiera sean las cosas que amo, de éstas hablaré y me encantará oír hablar; de éstas me agradará llevar conmigo el recuerdo.
Pero bienaventurado es el hombre, Señor, que por tu amor, repudia a todas las cosas creadas, hace violencia a su naturaleza y crucifica los apetitos carnales con el fervor del espíritu, para que, con una conciencia sin mancha, pueda ofrecerte una oración pura y, desprendido interna y externamente de todo lo material, sea digno de ser agregado a los coros celestiales.
Si amo la carne, mi imaginación se ocupará de argumentos carnales, y si prefiero el espíritu, me deleitaré en asuntos espirituales.
Cualesquiera sean las cosas que amo, de éstas hablaré y me encantará oír hablar; de éstas me agradará llevar conmigo el recuerdo.
Pero bienaventurado es el hombre, Señor, que por tu amor, repudia a todas las cosas creadas, hace violencia a su naturaleza y crucifica los apetitos carnales con el fervor del espíritu, para que, con una conciencia sin mancha, pueda ofrecerte una oración pura y, desprendido interna y externamente de todo lo material, sea digno de ser agregado a los coros celestiales.
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