miércoles, 3 de septiembre de 2014

Septiembre 4

        A mí, por lo tanto, hay que acudir en todo juicio y no confiar en el propio conocimiento. El justo no perderá la tranquilidad por cualquier cosa que suceda (Prov. 12, 21) de Dios. Aunque algo infundado se afirme contra él, no por ello se inquietará demasiado. Como asimismo no se engreirá si otros, con razón, lo defenderán, porque considera que soy yo quien escudriño los corazones y las entrañas (Ap. 2, 23), yo, que no juzgo según la cara y las apariencias humanas.
     Muchas veces, ante mis ojos, es culpable el que según el juicio humano es digno de alabanza.

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