lunes, 15 de septiembre de 2014

Septiembre 15

         Con frecuencia así sucede también con tu deseo, porque le agregas algún detalle muy inoportuno: no es puro ni es perfecto lo que va mezclado de interés propio.
      3. Pídeme no lo que es para ti agradable y cómodo, sino lo que es para mí aceptable y honroso, porque, si lo juzgas rectamente, debes preferir y anteponer mis disposiciones a tus deseos y a cualquier cosa que hayas podido codiciar.
      Conozco tus aspiraciones y he oído tus continuos gemidos. Ya quisieras estar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios; te deleitas recordando la morada eterna y la patria celestial desbordante de felicidad, pero esa hora todavía no ha llegado; todavía queda un tiempo distinto, un tiempo de guerra, de trabajo y de prueba.
      Deseas gozar del sumo bien, pero, por ahora no lo puedes alcanzar. Yo soy ese bien supremo; espérame, dice el Señor (Sof. 3, 8), hasta que venga el reino de Dios.

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