3. Si pudieras ver el premio eterno de los santos en el paraíso y de cuánta gloria están gozando aquellos que en este mundo serán considerados despreciables y casi indignos de la misma vida, seguramente te postrarías por el suelo y desearías más someterte a todos que mandar a uno solo. No codiciarías días alegres aquí en esta tierra, al contrario gozarías viéndote atribulado por Dios y tendrías como grandísima ganancia el ser considerado una nulidad entre los hombres.
4. Si gustaras y rumiaras estas cosas y las hicieras penetrar en lo más profundo del corazón, ¿cómo osarías quejarte aunque fuera una sola vez? ¿No es verdad que se deben sobrellevar todas las penas para alcanzar la vida eterna? Porque ganar o perder el reino de Dios no es un asunto de poca importancia.
Levanta, pues, tu mirada hacia el cielo. Aquí estoy yo, rodeado de todos los santos que sostuvieron continuos y grandes combates en el mundo. Ahora ellos están en la gloria y, siempre serenos y seguros, descansan en paz y estarán eternamente conmigo en el reino de mi Padre.
4. Si gustaras y rumiaras estas cosas y las hicieras penetrar en lo más profundo del corazón, ¿cómo osarías quejarte aunque fuera una sola vez? ¿No es verdad que se deben sobrellevar todas las penas para alcanzar la vida eterna? Porque ganar o perder el reino de Dios no es un asunto de poca importancia.
Levanta, pues, tu mirada hacia el cielo. Aquí estoy yo, rodeado de todos los santos que sostuvieron continuos y grandes combates en el mundo. Ahora ellos están en la gloria y, siempre serenos y seguros, descansan en paz y estarán eternamente conmigo en el reino de mi Padre.
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