domingo, 14 de septiembre de 2014

Septiembre 14

CAPÍTULO 49
 
EL DESEO DE LA VIDA ETERNA Y
LOS BIENES PROMETIDOS
A LOS QUE LUCHAN
 
        1. Hijo, cuando experimentes un deseo de eterna felicidad que te es infundido desde lo alto,  cuando suspires salir de la pobre morada del cuerpo para poder contemplar mi luz, sin ninguna sombra que la pueda alterar, ensancha tu corazón y recibe con toda solicitud esta santa inspiración.
           Da gracias sin fin a la suma bondad por tratarte con tanta clemencia, por visitarte con tanta deferencia, por ayudarte con tanta eficacia y sostenerte con tanto vigor para que no resbales por tu propio peso hacia las cosas terrenas.
        Todo esto no lo consigues por tu iniciativa o por tu propio esfuerzo, sino únicamente por bondad de la gracia celestial y de la voluntad divina. Te será concedido así poder progresar en las virtudes con una humildad mayor, prepararte para las luchas venideras y así permanecer unido a mí de todo corazón y servirme con voluntad ardiente.
       2. Hijo, el fuego arde fácilmente, pero la llama no sube sin humo. De la misma manera suben hacia el cielo los anhelos de algunos, sin estar libres de la tentación de apego a las cosas materiales y aun lo que tan insistentemente piden a Dios no lo hacen exclusivamente por la gloria de Dios.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario