sábado, 20 de septiembre de 2014

Septiembre 20

        1. Señor Dios, Padre santo, bendito seas ahora y por siempre, porque se hizo lo que tú quisiste y lo que tú haces es bueno. Que tu siervo se alegre en ti, no en sí mismo o en alguna otra persona, porque tú solo, Señor, eres la alegría verdadera, mi esperanza y mi corona, mi gozo y mi gloria.
      ¿Qué tiene tu siervo sino lo que ha recibido de ti sin merecerlo? Lo que me has dado y cuanto hiciste conmigo es todo tuyo. Desdichado y moribundo estoy desde mi infancia. (Sal. 87, 16), y mi alma se entristece algunas veces hasta derramar lágrimas y otras se turba ante el peligro de sucumbir frente al empuje de las pasiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario