2. Suspiro el gozo de la paz, clamo por la paz de tus hijos por ti alimentados con el esplendor de la consolación. Si me das esta paz y si derramas en mí este santo gozo, el alma de tu siervo te cantará con alegría y te alabará con fervor.
Pero si te apartas, como con frecuencia lo haces, tu siervo no podrá correr por el camino de tus mandamientos (Sal. 118, 32). Además se le doblarían las rodillas hasta tocar el pecho y no le sucederá más lo de ayer o anteayer, cuando tu luz resplandecía sobre su cabeza y bajo la sombra de tus alas era defendido del ímpetu de las tentaciones.
Pero si te apartas, como con frecuencia lo haces, tu siervo no podrá correr por el camino de tus mandamientos (Sal. 118, 32). Además se le doblarían las rodillas hasta tocar el pecho y no le sucederá más lo de ayer o anteayer, cuando tu luz resplandecía sobre su cabeza y bajo la sombra de tus alas era defendido del ímpetu de las tentaciones.
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