domingo, 7 de septiembre de 2014

Septiembre 7

        Escribe, lee, canta, llora, calla, reza, sobrelleva con valor las adversidades: la vida eterna vale todas estas luchas y otras mayores también.
        Un día, que sólo Dios conoce, llegará la tranquilidad, y en aquel entonces no habrá día ni noche, como los hay ahora, sino una luz sempiterna, una claridad infinita, una paz estable y un descanso seguro.

        Entonces no dirás: ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Rom. 7, 24), ni gritarás: Ay de mí, ¿por qué se prolonga mi destierro? (Sal. 119, 5), ya que la muerte será vencida y la salvación eterna asegurada, ni habrá angustia alguna sino alegría bienaventurada y una compañía hermosa y santa.

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