domingo, 2 de marzo de 2014

Marzo 2

          2. ¿Qué aprovecha vivir mucho cuando nos reformamos tan poco? Sí, una larga vida no siempre enmienda, por lo contrario, a veces aumenta las culpas. ¡Ojalá hubiéramos transcurrido bien, aunque fuera un solo día en este mundo! Muchos llevan la cuenta de los años de su conversión, pero, a menudo, es muy pobre el fruto de la enmendación. El morir es, ciertamente, algo que asusta, pero, es más peligroso, a veces, el mucho vivir.

          Bienaventurado es aquel que siempre tiene delante de sus ojos la hora de su muerte y todos los días se dispone a morir. Si alguna vez has visto fallecer a una persona piensa que tú también transitarás por el mismo camino.
          3. Cuando empieces el día, piensa que no llegarás a la noche y al principiar la noche no te atrevas a esperar la mañana. Encuéntrate, pues siempre preparado y vive de tal manera que la muerte nunca te sorprenda desprevenido.
          Muchos mueren instantánea e improvisamente, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que menos se piensa (Lc. 12, 40). Cuando llegue aquella última hora, empezarás a juzgar de muy distinta manera toda tu vida y mucho deplorarás el haber sido tan flojo y tan negligente.

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