4. Cuán sabio y prudente es el
hombre que durante la vida se esfuerza en ser como quisiera lo hallara la
muerte. Una gran confianza de morir bien la darán: el total desprecio del
mundo, el vivo anhelo de progresar en las virtudes, el amor al sacrificio, el
fervor en la penitencia, la prontitud en la obediencia, la abnegación de sí
mismo y el soportar cualquier adversidad por amor a Cristo.
Mientras estés sano, puedes efectuar muchas cosas buenas; estando enfermo no sé lo que podrás realizar. Porque son pocos los que, sólo por el hecho de estar enfermos, se hacen mejores.
Asimismo, los que mucho viajan, rara vez se hacen santos.
5. No confíes demasiado en sufragios de amigos y parientes, ni postergues para tiempos futuros tu conversión, porque los hombres te olvidarán más pronto de lo que piensas. Por lo tanto, más que confiar en las ayudas del prójimo, es cosa óptima proveer desde ahora, mientras haya tiempo, enviando delante de nosotros la mayor cantidad de bien posible. Si no eres solícito por ti ahora, ¿quién se preocupará por tí después?
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