domingo, 9 de marzo de 2014

Marzo 9

       Debes tener cuidado y llorar tus pecados para que, en el momento del juicio, te encuentres con toda certeza entre los bienaventurados. En aquel día pues, los justos estarán con mucha seguridad frente a los que les han oprimido y los que menospreciaron sus fatigas (Sab. 5,1). Entonces, el que aquí se sometió humildemente al juicio de los hombres, se sentará para juzgar. El pobre y el humilde tendrán mucha serenidad, mientras que el orgulloso experimentará un pavor tremendo.

       5. Entonces se verá que en este mundo fue sabio el que aprendió a ser necio y menospreciado por Cristo. En aquel día será agradable toda tribulación soportada con paciencia y toda iniquidad se tapará la boca (Sal. 106, 42). Entonces todos los hombres piadosos se alegrarán y los deshonestos se entristecerán. En aquel tiempo el cuerpo mortificado se regocijará más que si se hubiese alimentado de delicias; resplandecerá el vestido tosco y el fino perderá su brillo; será más alabada la pobre casilla que el edificio ostentoso; más ayudará la continua paciencia que todo el poder del mundo.
       6. En aquel entonces producirá mayor alegría la pura y recta conciencia que la docta filosofía, más se valorará el desprecio de las riquezas que todos los tesoros de la tierra; más se gozará por una fervorosa oración que por una delicada comida; más aprovechará el haber guardado silencio que el haber conversado mucho; más se encomiarán las obras buenas que las muchas palabras floridas, más se ensalzará el haber vivido estricta y rigurosamente que cualquier deleite terrenal.

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