CAPÍTULO 24
JUICIO Y PENAS DE LOS PECADOS
1. En todo tu obrar ten siempre presente el fin y cómo comparecerás ante el juez supremo a quien nada es oculto y que no se ablanda con regalos ni admite excusas sino que sentenciará según justicia (cfr. Is. 11, 4).
¡Miserable y pobre pecador! Tú que a veces te achicas frente a un hombre de cara enojada, ¿qué responderás a Dios que conoce perfectamente todas tus malas obras? ¿Porqué no te preparas para el día del juicio, para ese día en el cual no habrá quien te defienda o interceda por ti porque cada cual tendrá bastante que hacer con su propia carga?
Solamente ahora ti trabajo es meritorio, sólo ahora tu llanto es aceptable, tu gemido escuchado y tu arrepentimiento satisfactorio y purificador.
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