sábado, 29 de marzo de 2014

Marzo 29

       Según sea cada uno por dentro, así juzgará las cosas exteriores. Si en el mundo existe alegría, la poseerá ciertamente el hombre de corazón puro. Y si en algún lugar hay tribulación y angustia, más que nadie lo experimenta la mala conciencia.
       Como el hierro, puesto al fuego, pierde la herrumbre y se vuelve todo candente, así el hombre que se da todo a Dios se despoja de la tibieza y se transforma en un ser nuevo.

       3. Cuando uno comienza a entibiarse, entonces el más insignificante trabajo se le vuelve pesado y busca gustosamente el consuelo externo. Pero cuando comienza a vencerse plenamente y a seguir con valor los caminos de Dios, entonces considera como livianas las obligaciones que antes consideraba pesadas.

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