miércoles, 26 de marzo de 2014

Marzo 25

       2. Cuando el hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros y sin dificultad satisface a los que están enojados contra él.
       Dios protege y salva al humilde; al humilde ama y consuela; al humilde se inclina, al humilde concede gracia abundante, y después de la humillación lo lleva a la gloria. Al humilde Dios le revela sus secretos, lo invita y suavemente lo atrae hacia sí. El humilde, aun en la afrenta, mantiene la tranquilidad, porque su confianza está en Dios y no en los hombres. No pienses haber adelantado mucho si no te estimas el más pequeño de todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario