CAPÍTULO 25
EN QUE CONSISTEN LA PAZ ESTABLE
DEL CORAZÓN Y EL PROGRESO ESPIRITUAL
1. Hijo, yo he afirmado: La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, os la doy yo (Jn. 14, 27). Todos desean la paz, pero no todos quieren hacer lo que conduce a la paz verdadera. Mi paz se encuentra entre los humildes y mansos de corazón y tu paz dependerá de tu paciencia. Si me escuchas y sigues mi voz, gozarás de mucha paz.
2. ¿Qué tengo que hacer, pues?
3. Presta mucha atención a todo lo que haces y dices y toda tu atención dirígela con el fin de agradarme a mí, sin desear ni buscar nada fuera de mí.
No juzgues temerariamente de las palabras o de las acciones de los demás, ni te entrometas en asuntos que no te fueron encomendados. Y, de ese modo, puede ser que rara vez o casi nunca, pierdas la tranquilidad; aunque no experimentar alguna aflicción y no sentir alguna molestia en el espíritu o en el cuerpo, no es cosa de este mundo, sino una condición propia de la eterna bienaventuranza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario