3. El que recibe menos no
debe apenarse, ni irritarse, ni profesarle envidia al más rico, antes debe
levantar los ojos hacia ti y ensalzar sobremanera tu bondad porque tú, sin distinción de personas
(1 Pe. 1, 17), repartes tus beneficios con tanta abundancia y liberalidad.
Todo procede de ti y, por eso, en todo debes ser alabado. Tú sabes lo que más conviene dar a cada uno. Y la razón de que uno tenga más y otro menos, no nos pertenece a nosotros juzgarla, sino a ti, que conoces claramente los méritos de todos.
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