Para el que te ama y
aprecia tus dones nada le debe ser tan agradable como el cumplir en sí mismo tu
voluntad y lo que dispone tu divino beneplácito. Lo cual le ha de consolar de
tal forma que desee de corazón ser el menor de todos como otro desearía ser el
mayor, y tan tranquilo y contento ha de estar en el último lugar como si
ocupara el primero. Debe además, aceptar voluntariamente ser menospreciado y
desechado, sin gloria ni honra, como ser ensalzado por encima de todos y
considerado el más digno de los hombres.
El deseo de cumplir tu voluntad y el amor de tu gloria deben superar cualquier aspiración y una persona se ha de consolar y contentar más con esto que con todos los beneficios recibidos o por recibir.
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