domingo, 6 de julio de 2014

Julio 6

CAPÍTULO 22

RECONOCER LOS MÚLTIPLES 
BENEFICIOS DE DIOS

1. Abre, Señor, mi corazón a tu ley y enséñame a vivir según tus  mandamientos. Concédeme conocer tu voluntad y recordar con sumo respeto y diligente reflexión tus beneficios, uno por uno y todos juntos, para que pueda desde ahora darte las debidas gracias.
        Sé y confieso, sin embargo, que no puedo alabarte ni agradecerte dignamente por el más pequeño de tus favores. Yo soy inferior a todos los bienes que me has concedido y cuando considero tu nobleza, mi espíritu desfallece ante tanta majestad.

2. Todo lo que adorna nuestra alma y nuestro cuerpo, y todo lo  que poseemos en lo exterior y en lo interior, en el orden natural o sobrenatural, son beneficios tuyos y manifiestan que tú eres bondadoso, generoso y misericordioso y que de ti hemos recibido todos los bienes.
Aunque uno reciba mayores gracias y otro menos, todo es tuyo, y sin ti no se puede alcanzar cosa alguna.
Por un lado, el que más recibe no puede gloriarse de su merecimiento ni juzgarse más digno que los demás, ni insultar a los inferiores, porque el mayor y el mejor es aquel que menos se atribuye a sí y manifiesta más humildad y devoción para agradecer. Por el otro, el que se considera más indigno de todos y se juzga el más despreciable es el más apto para recibir dones mayores.

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