6. Si uno está impedido legítimamente, pero tiene la buena voluntad y la devota intención de comulgar, no será privado del fruto del sacramento. Ya que cualquier persona devota puede, todos los días y en cualquier momento, recibir provechosamente la comunión espiritual de Cristo, sin que nadie pueda impedírselo.
Sin embargo, en ciertos días y en tiempos determinados, debe comulgar sacramentalmente el cuerpo de su Redentor con amoroso respeto, procurando más la gloria y la honra de Dios que su personal consuelo.
Tantas veces una persona devota comulga místicamente y se alimenta espiritualmente cuantas medita piadosamente en el misterio de la encarnación y de la pasión de Cristo y se inflama en su amor.
7. El que sólo se prepara al llegar la festividad o porque la costumbre lo obliga, generalmente nunca estará bien predispuesto.
Bienaventurado aquel que se ofrece a Dios en holocausto todas las veces que celebra misa o comulga.
Cuando celebres la misa no seas muy lento ni demasiado apresurado, sino observa el término medio vigente entre aquellos con quienes vives. Procura no causar molestia ni fastidio a nadie. Observa el camino trazado por los antepasados y mira más el provecho de los demás que a tu devoción o a tu sentimiento.
Sin embargo, en ciertos días y en tiempos determinados, debe comulgar sacramentalmente el cuerpo de su Redentor con amoroso respeto, procurando más la gloria y la honra de Dios que su personal consuelo.
Tantas veces una persona devota comulga místicamente y se alimenta espiritualmente cuantas medita piadosamente en el misterio de la encarnación y de la pasión de Cristo y se inflama en su amor.
7. El que sólo se prepara al llegar la festividad o porque la costumbre lo obliga, generalmente nunca estará bien predispuesto.
Bienaventurado aquel que se ofrece a Dios en holocausto todas las veces que celebra misa o comulga.
Cuando celebres la misa no seas muy lento ni demasiado apresurado, sino observa el término medio vigente entre aquellos con quienes vives. Procura no causar molestia ni fastidio a nadie. Observa el camino trazado por los antepasados y mira más el provecho de los demás que a tu devoción o a tu sentimiento.
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