6. Algunos sufren tentaciones peores
al principio de su conversión, otros al final. Unos son duramente probados
durante toda su vida, mientras otros padecen tentaciones leves: todo conforme a
la sabiduría y justicia de Dios que mide la condición y los méritos de cada uno
y que todo lo ordena a la salvación de los elegidos.
7. Por lo tanto, no perdamos la esperanza cuando seamos tentados. Al contrario, roguemos a Dios con un fervor mayor, para que se digne ayudarnos en toda tentación, porque Él, en verdad, como dice san Pablo, no permitirá que seamos tentados sobre nuestras fuerzas y con la tentación nos dará energía para superarla (1 Cor. 10, 13). Humillemos, pues, nuestras almas bajo la poderosa mano de Dios, en toda tentación y tribulación, porque Él salvará y ensalzará a los humildes de corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario