miércoles, 5 de febrero de 2014

Enero 30



6. Algunos sufren tentaciones peores al principio de su conversión, otros al final. Unos son duramente probados durante toda su vida, mientras otros padecen tentaciones leves: todo conforme a la sabiduría y justicia de Dios que mide la condición y los méritos de cada uno y que todo lo ordena a la salvación de los elegidos.

         7. Por lo tanto, no perdamos la esperanza cuando seamos tentados. Al contrario, roguemos a Dios con un fervor mayor, para que se digne ayudarnos en toda tentación, porque Él, en verdad, como dice san Pablo, no permitirá que seamos tentados sobre nuestras fuerzas y con la tentación nos dará energía para superarla (1 Cor. 10, 13). Humillemos, pues, nuestras almas bajo la poderosa mano de Dios, en toda tentación y tribulación, porque Él salvará y ensalzará a los humildes de corazón.

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