Muchas veces parece caridad lo que
en realidad es amor propio, porque en nuestras obras raramente se hallan
ausentes la inclinación natural, la voluntad propia, la esperanza de recompensa
y el sentimiento de comodidad.
3.
El que tenga una verdadera y perfecta caridad no se busca a sí mismo en ninguna
cosa, más bien desea que en todo se realice la voluntad de Dios. A nadie
envidia quien no persigue el propio deleite, ni desea satisfacciones personales
porque, sobre todo otro bien, desea la felicidad en Dios. A nadie atribuye
algún bien, porque todo lo refiere a Dios, del cual, como de su fuente, manan
todas las cosas, y en quien, como en su fin, todos los santos descansan en paz.
Sí;
si tuvieras una chispa de verdadera caridad experimentarías que todo lo que hay
sobre esta tierra es mera vanidad.
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