5. Si cada año desarraigáramos un
vicio, pronto seríamos perfectos. Pero nos sucede con frecuencia lo contrario:
constatamos que fuimos mejores y más inocentes al principio de nuestra
conversión que después de muchos años de vida religiosa. El fervor y el
progreso espirituales deberían aumentar día tras día: sin embargo, hoy nos
parece un gran éxito conservar algo del fervor inicial. Si nos hubiéramos hecho
un poco de violencia al principio, habríamos podido realizarlos todo con
facilidad y alegría.
6. Ciertamente es duro abandonar una
costumbre, pero todavía más difícil es ir en contra de la propia voluntad. ¿Si
no vences las cosas pequeñas y fáciles, cuándo triunfarás de las difíciles?
Resiste desde el principio a tus inclinaciones y abandona los gustos personales
para que, poco a poco, no caigas en una situación más comprometida.
Si
comprendieras cuánta paz conseguirías tú y cuánto gozo proporcionarías a los
demás llevando una vida entregada al bien, pienso que serías más solícito en el
progreso espiritual.
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