1. Sin
embargo, casi siempre todo lo anterior es ilusorio e inútil, porque este gozo
exterior es muy perjudicial al interior y divino.
Por eso hay que velar y orar para no
gastar el tiempo inútilmente. Si se puede o se debe hablar, conviene decir
cosas edificantes. Las malas costumbres y la negligencia en el progreso
espiritual contribuyen mucho a no refrenar nuestra lengua. La devota
conversación de temas espirituales favorecen sobremanera el adelanto del alma,
tanto más cuando los que se unen en nombre de Dios son personas animadas de un
solo propósito y de un mismo espíritu.
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