miércoles, 5 de febrero de 2014

Enero 27


CAPÍTULO 13

Firmeza frente a las tentaciones

1. Mientras vivamos en el mundo no podemos estar sin tribulaciones y sin tentaciones. Por eso en el libro de Job está escrito que la vida del hombre sobre la tierra es toda una tentación (cfr. Job 7,1). Cada uno, por lo tanto, debería tener mucho cuidado con las tentaciones y velar en la oración (cfr. 1 Pe. 4,7), a fin de que el diablo no encuentre la manera de sorprendernos, porque él nunca duerme y como un león rugiente da vueltas y busca a quién devorar (1 Pe. 5,8).

Nadie es tan perfecto y tan santo que no tenga a veces, tentaciones, porque no podemos librarnos totalmente de ellas.
2. Sin embargo, por cuán molestas y pesadas sean, las tentaciones son, con frecuencia, muy útiles, porque a causa de ellas el hombre se humilla, purifica e instruye. Todos los santos han pasado por muchas pruebas y tribulaciones, han adelantado; pero los que no las supieron sobrellevar se pervirtieron y fracasaron. No hay comunidad religiosa tan santa ni lugar tan apartado donde no se encuentren tentaciones y adversidades.
3. Durante toda su vida el hombre nunca está totalmente eximido de las tentaciones, porque dentro de él se halla el origen de las mismas: la concupiscencia, en la cual hemos nacido.
Cuando una tentación o tribulación termina, en seguida aparece otra, y siempre hay algo que sufrir, porque hemos perdido en don de nuestra primera felicidad.

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