Capítulo
20
AMOR
A LA SOLEDAD
Y
AL SILENCIO
1.
Busca tiempos aptos para examinarte y piensa con frecuencia en los beneficios
de Dios. Deja las curiosidades. Medita aquellos temas que te den compunción más
que ocupación. Hallarás tiempo suficiente y oportuno para dedicarte a buenas
meditaciones si te apartas de las charlas superficiales, de las pérdidas de
tiempo y del oir novedades y murmuraciones. Los santos evitaban en lo posible
estar entre la gente y elegían servir a Dios en secreto.
2.
Fue dicho: Todas las veces que
estuve entre los hombres, volví menos hombre que antes (Séneca, Epist. VII, 3). Esto nos acontece
con frecuencia cuando charlamos mucho. Siempre es más fácil callar que hablar
sin errar. Es más sencillo encerrarse en la propia casa que controlarse
convenientemente afuera. Por eso, aquel que desee allegarse a la espiritualidad
interior debe, con Jesús, apartarse del bullicio del mundo.
Nadie
está entre la gente sin peligro de errar, si no ama el recogimiento. Nadie
habla con acierto, si no sabe callar. Nadie preside dignamente, sino el que se
sujeta con gusto. Nadie puede dirigir a los demás con seguridad, si no aprendió
antes a obedecer.
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