domingo, 23 de febrero de 2014

Febrero 23

Pelea como varón; una costumbre se suprime con otra costumbre. Si no molestas a los hombres, ellos también te dejará libre para que lleves a cabo tus asuntos.
3. No te entrometas en cosas ajenas ni te ocupes en cuestiones de superiores. Ante todo, y de modo particular, mírate y amonéstate a ti mismo, por encima de todo aquello que amas.

Si no gozas del aprecio de los hombres, no te entristezcas; lo que sí te debe pesar es el constatar que aún no llegaste a aquella virtud y a aquella santidad tan necesaria a un siervo de Dios y a un buen religioso.
Con frecuencia es más útil y seguro que el hombre no tenga en este mundo tantas consolaciones, especialmente si son materiales. Pero si no tenemos las divinas, o muy raras veces las experimentamos, nosotros somos los culpables, porque no nos preocupamos de la compunción del corazón ni desechamos en su totalidad los consuelos exteriores y pasajeros.
       4. Considérate indigno de la divina dulzura y sí merecedor de la adversidad. Cuando un hombre tiene un perfecto arrepentimiento, todo lo que es mundano le resulta molesto y amargo.

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