2. Es verdad que cada uno prefiere
obrar a su antojo y que elije las personas que opinan como él. Pero si queremos
que Dios esté entre nosotros, es necesario abandonar a veces nuestro parecer
por amor a la paz.
¿ Hay persona tan docta que lo sepa
todo? No debes, pues confiar demasiado en tus impresiones, sino escuchar
atentamente también la opinión de los demás. Aunque tu punto de vista fuera
exacto, si, por amor a Dios, lo abandonas para seguir el ajeno, sacarás mucho
provecho para tu alma.
3. Con frecuencia he oído decir que
escuchar y aceptar un consejo es más seguro que darlo.
También puede suceder que el parecer
propio sea bueno; sin embargo, el no querer rendirse a la legitimidad de los
argumentos del prójimo cuando la razonabilidad o la evidencia lo exija, es una
señal de soberbia o testarudez.
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