miércoles, 5 de febrero de 2014

Enero 23



      El verdadero y mayor impedimento consiste en que somos esclavos de nuestras inclinaciones y de nuestro deseos, ni nos esforzamos por entrar en la senda de la perfección, que fue el camino de los santos. Más todavía: apenas encontramos una pequeña contrariedad, en seguida nos desalentamos y buscamos satisfacciones terrenales.

 4. Si nos cuidáramos en no abandonar la batalla como hacen los hombres esforzados, seguramente veríamos bajar del cielo la ayuda del Señor, porque él siempre está dispuesto a socorrer a los que luchan confiando en su gracia, aunque a veces, nos presente ocasiones de combate para que alcancemos la victoria.
Si el progreso religioso lo hacemos consistir únicamente en observancias exteriores, muy pronto se nos terminará la devoción. Ánimo, pues, pongamos el hacha a la raíz para que, libres de pasiones, podamos pacíficamente adueñarnos de nuestras almas.

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