2. El adelanto espiritual va parejo
con nuestro propósito y el que quiera progresar necesita mucha actividad. Si el
que hace firmes propósitos falla muchas veces, ¿qué será de aquel que sólo
raramente formula algún proyecto y sin mucha decisión?
Sucede que por diversos motivos
abandonemos nuestras resoluciones, pero, acordémonos que también la simple
omisión de un solo ejercicio de piedad produce un perjuicio. El propósito de
los justos, más que de la propia prudencia, depende de la gracia de Dios, en el
cual ponen toda su confianza y al cual confían toda empresa. El hombre propone,
pero Dios dispone, ya que no está en
manos del hombre determinar el propio futuro.
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