miércoles, 5 de febrero de 2014

Enero 22


CAPÍTULO 11


PAZ INTERIOR Y PROGRESO ESPIRITUAL

1. Podríamos gozar de mucha serenidad si no nos metiéramos en los asuntos ajenos y en lo que otros dicen o hacen. ¿Cómo es posible que uno mantenga por largo tiempo la tranquilidad si se entromente en cuidados ajenos, si busca motivos de interés en exterioridades, si rara y sólo superficialmente se recoge en su interior? ¡Bienaventurados los sencillos porque tendrán mucha paz!

 2. ¿Por qué algunos santos fueron tan perfectos y llenos de espíritu contemplativo? Porque se esforzaron en suprimir todo deseo terrenal para poder así, una vez libres y desprendidos de sí mismos, unirse de todo corazón a Dios. A nosotros, por lo contrario, nos tienen demasiado esclavizados las pasiones y el exagerado cuidado de lo transitorio. Además, raramente conseguimos vencer aunque fuera un solo defecto y nos falta decisión para adelantar un poco todos los días en el camino de la perfección, y por eso nos quedamos inmóviles y tibios.
 3. Si hubiéramos muerto a nosotros mismos y nos dominara una perfecta sencillez interior, podríamos, por fin, saborear las cosas divinas y experimentar, en alguna medida, la contemplación celestial.

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