CAPÍTULO 11
PAZ
INTERIOR Y PROGRESO ESPIRITUAL
1.
Podríamos gozar de mucha serenidad si no nos metiéramos en los asuntos ajenos y
en lo que otros dicen o hacen. ¿Cómo es posible que uno mantenga por largo
tiempo la tranquilidad si se entromente en cuidados ajenos, si busca motivos de
interés en exterioridades, si rara y sólo superficialmente se recoge en su interior?
¡Bienaventurados los sencillos porque tendrán mucha paz!
2.
¿Por qué algunos santos fueron tan perfectos y llenos de espíritu
contemplativo? Porque se esforzaron en suprimir todo deseo terrenal para poder
así, una vez libres y desprendidos de sí mismos, unirse de todo corazón a Dios.
A nosotros, por lo contrario, nos tienen demasiado esclavizados las pasiones y
el exagerado cuidado de lo transitorio. Además, raramente conseguimos vencer
aunque fuera un solo defecto y nos falta decisión para adelantar un poco todos
los días en el camino de la perfección, y por eso nos quedamos inmóviles y
tibios.
3. Si
hubiéramos muerto a nosotros mismos y nos dominara una perfecta sencillez
interior, podríamos, por fin, saborear las cosas divinas y experimentar, en
alguna medida, la contemplación celestial.
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