La vida sobre la tierra es verdaderamente una cosa mísera. Cuanto más el hombre aspire elevarse espiritualmente, tanto más la vida se le volverá amarga porque constata plenamente y ve con mayor claridad las deficiencias de la corrupción humana. En efecto, el comer, beber, velar, dormir, descansar, trabajar y estar sujeto a las demás necesidades naturales constituyen, en verdad, una gran miseria y aflicción para el hombre de espíritu que preferiría verse sin esas ataduras y libre, también, de todo pecado.
3. Efectivamente, el hombre interior se siente muy aplastado por las necesidades de este mundo y es por eso que el Profeta ruega con fervor para verse libre de ellas: Líbrame, Señor, de mis necesidades (Sal. 24, 17).
¡Ay de aquellos que no reconocen su miseria!, y, más todavía, ¡ay de los que aman esta vida miserable y corruptible! Porque hay algunos tan apegados a este vivir que, si pudiesen permanecer siempre aquí, aunque fuera con lo puro necesario, mendigando o trabajando duramente, no les importaría nada el reino de Dios.
4. Son locos y de corazón insensibles. Yacen tan sepultados en lo terrenal que piensan sólo en lo material. Pero, al final, los desdichados, se darán cuenta con dolor cuán vil e inútil fue lo que amaron.
3. Efectivamente, el hombre interior se siente muy aplastado por las necesidades de este mundo y es por eso que el Profeta ruega con fervor para verse libre de ellas: Líbrame, Señor, de mis necesidades (Sal. 24, 17).
¡Ay de aquellos que no reconocen su miseria!, y, más todavía, ¡ay de los que aman esta vida miserable y corruptible! Porque hay algunos tan apegados a este vivir que, si pudiesen permanecer siempre aquí, aunque fuera con lo puro necesario, mendigando o trabajando duramente, no les importaría nada el reino de Dios.
4. Son locos y de corazón insensibles. Yacen tan sepultados en lo terrenal que piensan sólo en lo material. Pero, al final, los desdichados, se darán cuenta con dolor cuán vil e inútil fue lo que amaron.
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